2014(e)ko urtarrilaren 27(a), astelehena

Primera sesión


23 de marzo del 2512. Décimo año del reinado de Karl Franz, primero en su nombre


En esta fría y lluviosa noche, los pasos del joven Dieter lo llevan hasta los embarrados caminos de Reikland. La oferta del Príncipe von Tassenick parecía caída del cielo. Aún le quedan varios días para llegar a Altdorf, la capital de este viejo Imperio y los sonidos y el humo de "La Diligencia" le han atraído en busca del calor de la posta. 
Por suerte o por juegos del destino no viaja solo. Delezar, un joven aprendiz del famoso Hyeronymus Blitzen y Otto, un cochero de Ostland le acompañan. El trío no sale de su asombro al saber que los tres viajan por el mismo motivo. Las promesas de riquezas, el hastío de una vida lúgubre y monótona o vaya usted a saber porque ha hecho que estos jóvenes de provincias hayan respondido a la llamada de la aventura. No dejan de hablar sobre la expedición a las Montañas Grises, sobre los enanos. Para cuando se dan cuenta, están pidiendo la cena en la posta. Al parecer un carruaje del Rochet de Altdorf está dispuestos a llevarles a la gran ciudad.


La sonrisa del posadero Gustav y su habilidad para no cerrar la boca les hace fijarse en el resto de los viajeros. Phillippe Destrées, un bretoniano de mucha labia y una baraja de cartas no necesita convencer al cochero para una partida. Mientras tanto sus compañeros se divierten viendo los problemas alcohólicos de sus futuros conductores. Pero el bretoniano no hace más que ganar el honrado sueldo de Otto y este no tarda en reconocer las pérfidas intenciones de su contrincante. Las cartas dejan paso al acero y la pólvora y Phillipe acaba desangrado cual cerdo en una cuneta cercana. Nadie dice nada, nadie reza por su alma en la posta.

El finado en cuestión







A la mañana siguiente, los cocheros dejan atrás la mitad de sus estómagos y comienzan el viaje hacia la capital. Junto a los aventureros se encuentran Lady Isolda, su pequeño séquito y un tal Ernst Heidlemann ( un estudiante). El camino es algo abrupto aunque lo que realmente molesta a nuestros protagonistas son la media docena de seres que se están merendando a los integrantes de otra diligencia en medio de su trayecto. Los mutantes venden cara sus miserables vidas y el pobre Otto, que no gana para sustos sale mal parado del lance. Aunque su mala racha no acaba aquí. Entre los cadáveres se topa con un tal Kastor Lieberung que no llamaría la atención si no fuera por su increíble parecido con el susodicho. Es prácticamente él mismo. Entre sus ropajes encuentran unos documento de lo más sorprendentes.



Las mentes de nuestros aguerridos compañeros no hacen más que dar vueltas sobre este nuevo descubrimiento. Con estas ideas en la cabeza llegan al fin a la siguiente parada antes de llegar a Altdorf, la posta de "Los Siete Rayos".

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