7 de mayo del 2512, décimo año del reinado de Karl Franz I
Barrakul y el movimiento Occupy Wittgendorf
Nuestros intrépidos aventureros acordaron el plan con los forajidos del bosque. Ellos asaltarían el muro exterior desde el norte, mientras que Otto, Delezar y Dieter, acompañados por tres exploradores, se infiltrarían por la entrada secreta del castillo. Pero no las tenían todas consigo, nuestros valientes héroes temían por sus gaznates y no albergaban muchas esperanzas de salir indemnes del lance. Menos mal, que el recién auto-nombrado caballero Dieter había pensado en todo. Volvieron una vez más al antiguo santuario de Sigmar, donde gracias a su inquebrantable fe lograron hacerse con la legendaria espada Barrakul, azote de las montañas.
Con la espada en su haber, nuestros aguerridos viajeros se dirigieron a la plaza del pueblo, y con una mezcla de populismo, verborrea y palabrería digna de la mas sucia calaña parlamentaria lograron convencer a una veintena de campesinos, tan hambrientos que no pudieron pensar claramente, de acompañarles en un ataque suicida contra la puerta principal del castillo. Terminados todos los preparativos, ahora si, se dispusieron a jugarse el tipo.
Los Comisarios Políticos
La sangre, el humo, las lagrimas...Los forajidos asaltan las murallas, luchan ferozmente contra los guardias mutados del castillo y mueren por sus ideales. Nuestros héroes, escondidos en las sombras y entre la paja de los establos, cumplen con su parte; matar a un paje. Pero un héroe no se forja con éxitos mundanos, y deciden hacerse con el control del portón exterior. Tras una batalla encarnizada, superando al enemigo en 2 a 1, logran abrir las puertas, y los campesinos (tullidos, famélicos y enloquecidos por la piedra bruja) entran en tropel. Los forajidos van cayendo, y el trió, ve cada vez con más certeza la posibilidad de luchar realmente. Aunque, antes de tomar una medida tan desesperada, sacrifican los tres exploradores que los acompañaban, consiguiendo liquidar al teniente Doppler y al sargento Kratz, además de media docena de guardias. Exhaustos por tamaño esfuerzo, y viendo que los forajidos pronto serían superados por los guardias supervivientes, el carismático, el líder nato, Otto el cochero, encomienda a su hueste plebeya- Luchar! Cargar miserables, y sabed que si retrocedéis seré yo mismo quien os ensarte las cabezas!- Palabras inconmensurables que siglos más tarde adoptarían los valientes comisarios del ejercito kislevita del zar Stalinovich.
Muralla Interior y Retirada
Los plebeyos son aniquilados en las puertas de la muralla interior, asaetados, y quemados en aceite hirviendo por los guardias atrincherados en el portón. Los forajidos yacen pasto de los buitres en el patio. Nuestros aventureros consiguen levantar el puente levadizo que conecta las dos murallas del castillo, se infiltran por un pasadizo secreto hasta la fortaleza interior y hacen calculo mental. Inteligentes como son, se percatan de que en el mejor de los casos aun quedan 10 guardias en el interior y desechan la idea de labrarse un nombre. Tocan retirada. Es hora de lamerse las heridas y de convocar levas. Según Otto, aún podrían quedar otra veintena de campesinos en el pueblo para engrosar las gloriosas filas de su ejercito de la liberación.
Tres hurras por nuestros héroes, que Sigmar ilumine su camino.
iruzkinik ez:
Argitaratu iruzkina