La Campiña Bretona
Al día siguiente, nuestros tres
aventureros, vestidos como campesinos, salen a caballo desde el escondite de
los herrimaults con destino a Dax. Cabalgan toda la mañana por los senderos y
caminos bretones, observando que a pesar de ser un región eminentemente
agraria, se ven numerosas minas en las faldas de las montañas. De vez en
cuando, carromatos llenos de cobre y otros minerales se cruzan con ellos e
intentando no levantar sospechas apartan los rostros ante las atentas miradas
de los guardias.
Al mediodía comienzan a verse
rodeados por campos de trigo y labranza. Aquí y allá los campesinos los miran
recelosos y no es hasta llegar a las cercanías de Châlons cuando paran para
observar algo sospechoso. Cerca de ellos, una pareja joven de campesinos
parecen estar dejando en el linde del bosque a un recién nacido. Conociendo ya
lo virtuosos que son nuestros protagonistas, no dudan en acercarse para
preguntarles qué demonios están haciendo. Al parecer, ante los escasos medios
que tienen para criarlo, han decidido entregárselo a las hadas del bosque para
que lo protejan y lo críen.
Según las tradiciones y creencias de los bretones, los espíritus y
hadas que viven en los bosques acogen a los niños y niñas de Bretonia para
criarlos a lo largo de su infancia. Muchas veces, estos niños son secuestrados misteriosamente,
y otras, son los propios padres quienes les entregan sus criaturas. Al cabo de
unos años, muchas de las niñas vuelven a sus hogares convertidas en damiselas
del Grial, una especie de sacerdotisa que juega un papel clave en la religión
bretoniana. Los niños sin embargo no vuelven a aparecer jamás.
Estudiosos y eruditos imperiales de Nuln y Altdorf creen que esos
espíritus y hadas no son más que los elfos que viven en los bosques de
Bretonia. Los conocidos comúnmente como elfos silvanos entre los imperiales, o
como los llaman el resto de elfos, los Asrai.
Dieter ni corto ni perezoso les
hace entrega de una cantidad considerable de dinero, aconsejándoles viajar
hasta las tierras de su Orden de Aguilera, donde no les faltará de nada. Ellos,
agradecidos, aceptan.
El Infanticidio de
Châlons
Tras salvar la vida del pequeño
deciden descansar en la aldea cercana de Châlons, donde según van llegando, se
acercan los lugareños atraídos por tan exóticos viajeros. Rodeados por la
gente, pronto cazan su acento, y lo que es más importante, también descubren
que Delezar es un practicante de las artes arcanas. Ignorantes y supersticiosos
los aldeanos empiezan a ponerse nerviosos y Delezar, que tiene malos recuerdos
sobre esta clase de situaciones intenta poner distancia entre los campesinos y
su cuello.
Pero la mala suerte hace que el
caballo, viéndose rodeado, se encabrite y con una coz destroza el cráneo de uno
de los niños de la aldea. El grupo, viéndose apaleado y asesinados por la turba
intentan tranquilizarlos y llegan a acordar una compensación económica por la
desafortunada muerte. Pero el mago no está dispuesto a pagar. La cara de Dieter
y Floki es un poema.
Finalmente son ellos quienes
pagan, marchándose corriendo de allí.
Dax y el Santuario de
la Dama
A lo largo de los siguientes
días, y hasta la llegada de Dax, los héroes deciden evitar los pueblos y
caminos más transitados. Gracias a un comerciante descubren la manera de entrar
al pueblo de Dax por un pasadizo secreto, previo pago por supuesto. Será este
comerciante también quien les explique algo que llevan viendo todo este tiempo
que llevan recorriendo Bretonia.
Honrado comerciante bretón |
Cuando entraron en Châlons,
observaron que todo niño llevaba siempre encima un muñeco de trapo o de madera
que mejor o peor, intentaba asemejarse al propio niño. Al parecer, este es un
truco ancestral para confundir a las hadas, que al no saber cuál de los dos es
real, muchas veces se llevan al muñeco en vez de al niño real.
Empapándose de la cultura local,
llegan al tercer día a Dax. Dejan los caballos en una posada, y al abrigo de la
noche se escabullen hasta el Santuario de la Dama. . El santuario tiene una gran cristalera con la
imagen de la Dama y lo alumbra varias velas que hay alrededor. Al sentarse en
los bancos las llamas de las velas crepitan y un golpe de viento las apaga.
Seguidamente se abre una puerta lateral y entre las sombras pueden ver a una
mujer, envuelta en una túnica blanca, con rasgos afilados e increíblemente
bella. Sus cabellos dorados y ojos azabaches llenan la estancia.
Atónitos, escuchan como la
Damisela les pide por favor que sigan luchando justamente y con honor los
peligros que tendrán que afrontar aquí. Dax corre el riesgo de sucumbir a las
mismas amenazas que anteriormente han enfrentado los héroes. Es por ello, que
cree justo y necesario que sigan plantando cara. Dicho esto, les extiende la
mano y uno a uno la besa, sintiendo la piel áspera y gélida de la dama.
Ella se da media vuelta y al
salir, comienzan a tañer las campanas del pueblo. Al salir, ven aterrorizados
como los guardias del castillo del conde están intentando luchar contra unas
criaturas de ultratumba. Decenas de esqueletos, zombies y tumularios,
reanimados por las artes oscuras.
Como auténticos héroes solucionan todos sus problemas y entuertos con dinero. Como Jordan Belfort o Emilio Botín.
ErantzunEzabatuP.D.- Delezar rata
Verla cara de sus compañeros no tuvo precio.
Ezabatu