De Anfitriones y Huespedes
Nuestros aguerridos protagonistas, fraguados ya en mil batallas, con armaduras llenas de muescas y temple de veterano no dudan en hacer frente a la amenaza muerta. Al principio son acompañados por un grupo de campesinos que se defienden como pueden. Con cada sajo cae un putrefacto zombie y con cada hechizo se derrumba una pila de huesos. Pero entre la horda, un trio de muertos parecen brillar tanto como nuestros heroes. Antiguos nobles o afamados soldados, los tumularios suelen destacar como líderes entre los no-muertos y con sus espadas funerarias segan vidas como si de cosecha madura se tratase.
Sin embargo, los refuerzos no tardan en llegar. Varios caballeros bretones de pomposas armaduras bajan las escalinatas del palacete de Dax y se prestan a colaborar codo con codo. Detrás de ellos, un hombre en albornoz y espada grita ordenes sin ton ni son. Con la ayuda de estos, Floki, Delezar y Dieter acaban destruyendo los tumularios y con ellos, parece que el vínculo de los muertos desaparece, haciendo caer al resto ( en realidad fue la acción voluntaria del "nigromante)
Maravillado por la valentia de los extranjeros, el hombre en albornoz, presentándose como Godofredo, Conde de Dax invita al grupo a descansar en sus habitaciones. Ellos aceptan y cuando se disponen a subir las escaleras, sale del palacete una niña de rostro angelical y cabellos rubios. Anabelle, la hija de Godofredo, que sujeta un osito de peluche y es escoltada por una monataña de músculos llamado Hugh.
¡No! Ellos malos ¡No!
Le grita a su padre, pero este haciendo oidos sordos les abre la puerta a nuestros tres valerosos guerreros.
Los invitados, aprovechan la primera noche de descanso sobre una cama en meses y caen rendidos de cansancio. Pero acompañados de pesadillas y sudores, Floki y Delezar se despiertan a media noche con un sentimiento de pesadrumbre comprimiendoles el corazón. En una de las esquinas, se
encuentra Dieter, empuñando el arma:
Anabelle de Dax |
Tendriamos
que haber muerto en el Paso.
Revelaciones
Dieter se lanza como un poseso contra Floki pero aunque intercambian algun espadazo será Delezar quien utilizando sus artes arcanas duerma al caballero.
La mañana siguiente, y sin que, al parecer, nadie haya escuchado la pequeña trifulca nocturna, son avisados por un siervo para asistir al desayuno en el Comedor Principal. Allí, veran a Anabelle y Hugh desayunar junto con un pequeño grupo de caballeros frente a la chimenea. Pero sin duda, quien les llama realmente la atención es un viejete que se encuentra en una de las mesas centrales.
Cuando lo abordan, el anciano se presenta como Guy, consejero del Conde. Será el mismo quien los advierta, al igual que tantos otros hasta ahora, del peligro que corren y los invita a su biblioteca para hablar lejos de los oidos de estas paredes.
Estando en su "refugio personal" les pregunta primeramente sobre el Imperio. El portal del caos abierto en el mismisimo corazón del reino y en las revueltas que se han dado en los territorios enanos del Paso. Escucha pacientemente lo que los heroes de Bogenhaffen tienen que contarle y cuando terminan les explica que es lo que realmente ocurrio en el Paso con Anabelle. La niña, acompaña de Hugh y otros caballeros viajó hasta el fuerte imperial para, según la opinión de su padre, conociera los territorios de su heredad. Cuando uno de los soldados intento violarla, fue apresado por su escolta y encarcelado en las mazmorras del Conde. Su padre, enloquecido de furia ha intentando hasta ahora, convencer al Duque de Monfort para que este, le declare la guerra al Imperio. Siendo este su superior y vasallo directo del Rey de Bretonia, intenta dar el golpe de gracia al reino de Sigmar, que lucha desesperadamente su propia guerra por la salvación.
Con toda esta información, Delezar pregunta sobre los no-muertos y especialmente sobre su benefactor, el Barón de Boseaux. Guy les dice que los alzamientos de muertos es algo bastante frecuente por la región y respecto al Barón, sopesa antes de pronunciarse. Hace tiempo que no se le ve en las reuniones ni en las partidas de caza del Conde. Y eso, hace que todo el mundo sospeche de él.
La alegre vida de un pueblo bretoniano
Cuando terminan de charlar con Guy, y mientras hacen tiempo hasta la comida con el Conde los tres aventureros deciden dar una vuelta por Dax. Los campesinos no parecen muy amigables con los extranjeros, pero su gesta contra los tumularios hace que alguno de ellos intente entablar conversación.
Obviando el problema de no saber ni papa de bretón, entre pote y pote, descubren que hasta ahora, eran los herrimaults quienes protegían el campo y la aldea frente a los no-muertos. Protegían a la plebe de estos monstruos y desaparecían justo a tiempo para evitar cualquier reprimenda de los caballeros. Pero esta vez no ha habido ni rastro de ellos. Además, cada vez parecen más agresivos y mucho más disciplinados, como si fueran comandados por alguien.
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